Divagar y relatar

Esta entrada es más lingüística que otra cosa, no obstante y a propósito de una conversación con una persona me ha parecido prudente y necesario exponerlo.

Vemos a lo largo del libro que en algunas ocasiones Alex divaga cuando está contando su historia grabada con una cámara o escrita en un ordenador. Eso nos resulta incoherente y perturbador. Podemos llegar a pensar que está loco o paranoico, sin embargo es algo que las personas hacemos más a menudo de lo que creemos. ¿O acaso un filósofo o un científico no divagan sobre sus teorías cuando las están explorando? ¿Acaso no te has encontrado alguna que otra vez dándole vueltas a un hecho sin encontrar una respuesta o encontrando ante tantas que te sientes perdido y acaba doliéndote la cabeza? Y de repente vuelve a su relato habitual de los acontecimientos, lo cual nos resulta una seca caída al vacío o la cruel realidad.  

Alex divaga cuando está ante el Tribunal Médico, divaga cuando le sube la fiebre en Noche Vieja, divaga cuando habla consigo mismo o con el anciano, que no viene a ser más que una parte importante de su subconsciente, divaga cuando las polillas se le revuelven en el cerebro. Alex divaga muchas veces a lo largo del libro y no siempre nos damos cuenta.

Pero Alex, cuando está o se encuentra "lúcido" nos relata historias, parte de su vida, lo que perciben sus ojos, cómo vé lo que sucede a su alrededor.


Por esa causa quiero ahora centrarme en ambos conceptos: DIVAGAR vs RELATAR o CONTAR.


  • DIVAGAR se explica como:

"1. Hablar, escribir o pensar desordenadamente, sin ajustarse a un tema determinado y sin tener un objetivo el discurso.

2. Apartarse del asunto principal sobre el que se habla o escribe."

  • Mientras que RELATAR es: 
"1. Narrar o dar a conocer un acontecimiento o suceso por medio de la palabra o por escrito.

2. Contar algo que ha sucedido realmente, o un hecho o historia ficticios, de palabra, por escrito o por otros canales de comunicación verbal o auditivos."

En ésto Alejandro es experto. Su discurso, a causa de la medicación o los efectos secundarios de la misma, que le han hecho mella durante años, se debate entre ambas. Y es así como nos pone en situación. Es así cómo transporta al lector a una onírica sensación de realidad.

Un realidad que puede o no ser real, puede o no ser fruto de su imaginación, puede o no ser tergiversada. Todo va a depender de su estado de ánimo y de lo que le sucede.

Si en algún momento cae en sus manos este libro y siente que le quema las yemas de los dedos, no tenga miedo, no va a arder. Es simple y llanamente que se está sumergiendo en la mente del protagonista y esa mente es muy profunda y es un complejo laberinto donde para encontrar la salida hay que estar un poco cuerdo, un poco loco y totalmente relajado.


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