El extraño del parque

Esta es otra de esas entradas difíciles que me producen una jaqueca tremenda porque es necesario hacer una autopsia meticulosa y precisa de cada tema. Por eso estoy analizando bien el título que ponerle ( que ya creo haber dado con él).

Salí a pasear, como suelo hacer a diario, y me estaba debatiendo entre dos tema: la familia y las personas a las que llamamos con un vocabulario políticamente correcto "especiales". Y es que lo son. Posiblemente los más especiales; esos renglones torcidos de Dios que tan excelentemente describe en su libro Torcuato Luca de Tena. Libro que si no han leído o lo han leído hace ya muchos años recomiendo su lectura y/o relectura nueva y encarecidamente.

De la familia poco puedo decir, ya que yo no tengo y la que tengo, si se puede considerar familia, rara vez ha estado a mi lado, por no decir que a partir de cierta edad se fueron alejando*. Ese es el motivo por el que siempre hablo de mi hermano, ya que es la única familia que tengo.

Como iba diciendo, esta mañana he salido a pasear como de costumbre y en un banco junto a un hombre mayor que rellenaba crucigramas, había un muchacho de entre unos ventipico y treinta años. Por un momento he creído estar en esa parte del libro en el que Alejandro se encuentra con un anciano que le habla. Claro, la ficción no tiene nada que ver con la realidad, pero ha sido una coincidencia agradable que me ha hecho decantar por este tema.  

He de reconocer que al principio no entendía muy bien su comportamiento y pocos segundos después me sentía muy cómoda y he entablado una extraña e incoherente conversación con él. Y es que ese muchacho tenía un brillo especial en los ojos y un "algo"  que me atraía como las polillas a la luz de un candil.

Y ese algo especial tiene el protagonista de la novela. 

Nos alejamos o nos burlamos de esas personas diferentes por miedo o desconocimiento  o simplemente porque a veces somos terrible e irremediablemente estúpidos, sin ser conscientes de que dentro de ellos existe un mundo paralelo al nuestro difícil de describir y en el que es positivo y hasta recomendable sumergirse. En esa ternura, en esa inocencia, en ese dolor que rara vez se manifiesta. En esa mente inconexa y con muchos ángulos y recovecos que nos traslada a otra dimensión. Porque hay que estar muy atentos para encontrar el diamante entre tantas toneladas de carbón, arrancarlo con cuidado, limpiarlo, observarlo detenidamente bajo un microscopio y pulirlo hasta sacarle los colores que únicamente se manifiestan bajo los rayos del sol que se cuelan entre las ramas de los árboles.

Así es Alejandro, un diamante en bruto que necesita ser decapado hasta dar con la joya pura y de un valor incalculable por la que pujan en las siniestras habitaciones de subastas. 

Yo sólo les he puesto delante de sus narices un trozo de carbón. Y ese trozo de carbón nos tizna los dedos, la frente, la ropa... Tal vez no tengamos las herramientas adecuadas ni la habilidad suficiente para ver que hay algo escondido dentro. O quizá las tengamos ocultas entre nuestra múltiples cualidades y aún no las hemos encontrado. Alex supone todo un reto y hay que enfrentarse a él sin necesidad de tener una especialidad en psicología o psiquiatría. No hay que rebuscar en un manual de instrucciones o en un viejo  y grueso libro con tapas de negro cuero rasgadas y secas por el tiempo que ha pasado demasiados años en la estantería, ni hay quitarle el polvo que lo cubre, ni las livianas mallas que han tejido las arañas. Hay que enfrentarse a él sin miedo y arrancarle las capas como a una cebolla aunque nos haga llorar.

Y ahora os vuelvo a plantear la misma pregunta: ¿quién es Alejandro?

Alex es trasparente como el cristal u opaco como ese mismo cristal de la ventana cerrada después de haber sido el escudo entre el interior del cuarto y la tormenta de barro que ha quedado impresa y seca en su superficie.

Exclusivamente necesita ser salvado, rescatado, arrancado y puesto en una caja con algodón para que no pierda sus propiedades.

Nota a pie de página:
alejando- Alejandro. Curioso juego de palabras.



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