Les amis

Esta entrada la escribo con una especie de mezcla entre la melancolía y la decepción. No sólo porque voy a hablar de Alejandro sino porque también voy a hablar un poco de mi.

Los amigos. Esas extrañas personas que aparecen en tu vida y después o se quedan o toman trenes diferentes en su vida o simplemente te sorprenden de forma desagradable o extrañamente agradable. Los amigos que te decepcionan porque has depositado en ellos unas "expectativas" que se evaporan como el humo de un cigarrillo en un cenicero lleno de colillas que ya apesta. Unas expectativas que realmente nos creamos nosotros mismos, porque nadie es perfecto ni va a serlo nunca. Así es la raza humana. Los amigos, que van y vienen y a veces se alejan durante años y luego reaparecen como un rayo de esperanza o un relámpago que te atraviesa desde la coronilla hasta la planta de los pies, sacudiendo tu estructura para bien y para mal, quemándote y calcinándote sin que sepas muy bien qué es lo que ha pasado. Y otras veces, las menos,  aparece un extraño, un auténtico desconocido y ya no puedes vivir sin él.

Nunca he sido de muchos amigos. Conocidos tengo cientos, miles, pero los amigos de verdad los puedo contar con los dedos de una mano y aún me sobran.

Mi hermano tampoco tenía demasiados amigos, Alejandro no tiene verdaderos amigos. Si indagamos bien entre nuestras amistades veremos que hay fallas como en las capas de la tierra que se abren y se cierran y se mueven y a veces pueden causar un terrible terremoto, un tsunami o simplemente permanecer dormidas durante años o siglos. Es normal que haya un terremoto ( todo el mundo, por defecto, discute y tiene divergencia de opiniones), es casi imposible sobrevivir a un tsunami y es cómodo tener una falsa sensación de seguridad cuando no sucede nada importante. Así como es un alivio saber con quién puedes y con quién no puedes contar. Los amigos...

Alejandro tiene pocos amigos, yo diría más bien que ninguno. Vive en un universo paralelo distinto al de los demás, en una burbuja creada por él, tras un muro imposible de atravesar y escalar.

Al principio, en su juventud, tiene una pandilla de colegas. Algo muy normal. Con los años y tras retomar sus estudios, que nunca acabó, conoce gente nueva, pero tampoco son amigos. Y cada vez el círculo se va estrechando más y más hasta que queda aprisionado en la tela de araña observando, impasiblemente resignado, cómo se acerca la temible viuda negra. Hasta que se queda solo.

No hay nada más terrible que la soledad cuando esta no es deseada, pero él hace de su soledad su mejor amigo. Un error o un acierto. Eso también tendrán que dilucidarlo.

Y este sería el punto en que yo me pondría a divagar sobre la amistad y la soledad y bla, bla, bla

Sin embargo, ese no es ahora mi trabajo. Mi trabajo es contarles poco a poco, con una especie de cuentagotas, la vida de Alex y dejarles espacio para que ustedes mediten, que seguro lo van a hacer.

Sin más que añadir, un cordial saludo a mis desconocidos lectores.

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